Entre los ahora rascacielos del antiguo Siam
- Catalina Ramírez-Portilla
- Oct 4, 2024
- 3 min read
Updated: Oct 7, 2024
| Colores: verde • rosado • dorado
| Flora: veraneras • Clitoria ternatea • orquídeas
| Sabor a: muelitas de cangrejo al ajo con picante medio y arroz blanco con salsa de pescado y chiles
Y así sin más, aterrizo en una ciudad llena de rascacielos, un alfabeto que parece desafiar la gravedad y simplicidad, un olor penetrante con algo de especias y mar, voces y sonidos nasales difíciles de descifrar, pero gente cálida y amable que te sonríe hasta con la mirada.
No sé si las dimensiones de Bangkok sobrepasan mi imaginación o quizás sólo es el jet lag haciendo de las suyas, pero el tiempo en recorrer los tramos en la ciudad se me hace "eterno"... Hay tanto que ver, que asimilar, todo es tan diferente a casa o será "mal de vereda"? Qué más da sí para cuando llego al hotel ya está oscureciendo. No tardo en ducharme y en salir a esa explosión de sensaciones que es Bangkok.
Mi estómago pide a gritos un comida decente, sin intención de ofender al menú de la aerolínea (que a decir verdad superó mis expectativas). Pero necesito algo que me sepa a aquí, a este país que visito por primera (y ojalá no sea la última) vez. Afortunadamente la nerd en mí ya tenía un lugar en mente, nada más ni nada menos uno que le hiciera antesala al rincón de Tailandia que decidí visitar antes de cruzar la frontera con Camboya: el estado de Trat en la esquina sudeste y su embajador el restaurante Sri Trat. Dos paradas del metro y unas cuadras en lo que parece una de esas calles (algo un tanto más sutil) de uno de los tantos distritos rojos de la ciudad, el hambre me da el valor para seguir caminando... Y que bueno que lo hice!
La apariencia del lugar tan discreta en comparación al resto de la cuadra que casi lo paso por alto (gracias Google Maps). La comida, con el balance perfecto entre sabor y confort, hace a mi estómago y mis papilas sonreír. Una vez mi hambre empieza a calmarse, puedo ver el lugar con otros ojos, la luz es perfecta, al igual que la música y la atmósfera. Muchos rostros y voces locales, al igual que otros más internacionales ... Aunque parece ser frecuentado más por residentes que por turistas cómo yo. No puedo evitar sentirme un poco rara, pero bueno, es un sentimiento que creo me acompañará por los próximos meses, así que será mejor amigarme con él.
Lo mejor de todo vino al final. Antes de salir, me animo a acercarme a la barra que se ve increíble y pedir un cóctel al final de la comida. Me decido por algo parte local, parte conocido: un salacca fizz. Un gin con infusion de salacca (snake skin fruit o fruto de sabor ligeramente ácido proveniente de especies de palmeras nativa del sudeste asiático con apariencia externa de piel de serpiente) y pétalos secos y fermentados de la flor de guisante de mariposa azul (butterfly pea flower o Clitoria ternatea), además de lima, limón, syrup de salacca hecho en casa, clara de huevo, crema, agua tónica, flor de azahar de naranja y tomillo. Definitivamente el postre que no sabía que necesitaba y la mejor nota para decir buenas noches y hasta pronto Bangkok, gracias por darme la bienvenida con tus rascacielos a Siam.
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