| Colores: naranja amanecer • rosado loto • amarillo • rojo
| Fauna: perritos bravucones • garzas voladoras • Irena dorsiazul o hada asiática azul
| Flora: flores de loto • copas de oro • rosas del desierto
| Sabor a: sopa de fideos con pato • panecitos con relleno de fríjoles • fruta con piel de serpiente • bananos enanos
De la tierra de las luces a la gran capital y sus rascacielos. Después de varios retrasos, aterrizo en Bangkok a la madrugada, donde descanso por algunas horas antes de encontrarme con la increíble sonrisa de mi anfitriona, May (también conocida como Phattharaporn). Es la primera vez que nos vemos, pero su energía es contagiosa. Gracias a Alice, una amiga en común, estamos aquí ahora en un pequeño minibús con destino hacia una provincia en el noroeste de Bangkok, Suphan Buri. Casi dos horas después en algún lugar de la carretera el bus se detiene en un restaurante familiar y el umbral del hogar de May en el distrito de Bang Pla Ma. Nos recibe su tía con una sonrisa enorme y dos platos humeantes de su más famosa sopa de fideos con pato. Sin duda, es la sopa más rica que me he comido en este rincón del mundo (lo siento pho de Vietnam ya no eres el No. 1).
Detrás del Restaurante de fideos de pato del Sr. Phon, encontramos árboles de flores púrpura y una hermosa casa de madera al estilo Tailandés tradicional. Nos quitamos los zapatos para entrar como es costumbre y saludamos a su padre. La sonrisa amable e inconfundible parece ser de familia. Me dan la bienvenida en la sala y de inmediato noto que tienen su propio equipo de karaoke como imagino que muchas casas en este lado del mundo. Más me demoro en preguntar que su padre en encender el equipo y buscar la canción que mejor se sabe en Inglés: "More than I can say" de Leo Sayer. Me pregunta que si quiero cantar algo, pero le digo que no es mi mejor talento entre risas. La tarde transcurre tranquila en casa, conozco un poco los alrededores, el estanque con peces en el patio de atrás, los árboles que rodean, las garzas que visitan, los perritos a los que no parezco agradarles mucho a pesar de mis intentos de acercamiento.
En la noche parece que atenderán el funeral de una conocida cercana. Me preguntan si quisiera ver uno y sin mucho pensar estoy vestida de negro en camino hacia el templo más cercano donde monjes budistas elevan oraciones por el alma de una señora cuyo nombre significa Flor. Para todos es raro ver un extranjero en estos sitios y ocasiones poco turísticas, pero de alguna forma todos están felices de que visite sus tierras y me saludan con mucho cariño. Cuando se enteran que son mis últimos días en el Sudeste asiático, siempre me hacen prometer que volveré para pasar más tiempo en Tailandia la próxima. Me siento afortunada de poder ver este lado del país y a al vez triste de no haber pasado más tiempo en estas tierras. Al llegar a casa terminan por invitarme a una boda el fin de semana, para que tenga la experiencia completa.
Al día siguiente nos levantamos al amanecer para poder caminar entre estanques de flores de loto antes de que el sol se ponga muy fuerte. La vista es increíble y podemos hablar de muchas plantas y costumbres locales en el camino. Al terminar vamos al antiguo mercado de la ciudad a buscar algo de comida. Me encanta poder hacer esto con los locales, no estoy muy segura de atreverme a hacerlo sola. Volvemos a casa para cambiarnos y salimos de visita a los abuelos que viven provincia adentro en medio de campos de arroz. Compramos algo de comida en el camino y almorzamos a la sombra de una de las casas. Hablamos de la vida, de las otras vidas, de nuestras historias personales y familiares, de todo en lo que creemos y de cómo hemos llegado hasta este momento de nuestras vidas. Regresamos a casa más tarde con su Mamá.
No puedo recordar otro lugar en el que en este viaje haya podido dormir bien desde la primera noche. Parece que mi cuerpo se siente en casa de alguna forma, así que aprovecho para descansar de todo lo que han sido los dos meses pasados. También aprovecho para comer todo eso que no me arriesgué a probar por mi cuenta. Es curioso que termino comiendo más sopas y frutas de las que mi Mamá me creería capaz. Todo es nuevo y trato de disfrutarlo en medio de aquellos para los que es más cotidiano.
Cada atardecer me puedo sentar unos minutos a ver las garzas regresar a sus árboles y pienso en cuanto me gustaría tener mi cámara para poder capturar a todas esas aves. Eso me recuerda esa ave roja que de alguna forma me trajo hasta aquí, ese deseo de perspectiva y un poco de experimentar otras realidades... Y finalmente aquí estoy, en medio de Tailandia, recibiendo amor de personas que nunca imaginé conocer. Creo que experiencias como esta a lo largo de este viaje me han enseñado (en repetidas ocasiones) que tengo que confiar un poco más en el camino. Al final, eso que menos espero/planeado es en realidad lo que termina llenando más mi corazón. Así que espero no olvidar dejarme sorprender más por la vida y soltar un poco ese afán por controlar y planearlo todo hasta los detalles más pequeños... Atender a una boda no planeada el fin de semana termina por confirmármelo.
Me despido de Suphan Buri y está hermosa familia con lágrimas en los ojos pero una sonrisa en el corazón. Espero que esta sea la primera de muchas veces que nos encontremos en este o en otro rincón del mundo, en esta o en muchas vidas. La próxima vez espero poder hablar su mismo idioma, llevarme mejor con sus mascotas o al menos no empacharme con todas las cosas que como. Gracias por haberme acogido como a una hija más y por haberme mostrado con tanto cariño lo hermoso de su mundo y su día a día. Me los llevo en el corazón 🫶🏻
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