| Colores: rojo • amarillo • azul cielo vs. verde • naranja • blanco
| Flora: flor de loto vs. flor de alhelí
| Fauna: gorriones molineros • gatitos de colas cortas
De las orillas del Río Rojo en Hanoi a las orillas del Mekong en Vientiane, de las calles abarrotadas de motos a las surcadas por camionetas, de la prisa a la calma, de la increíble sopa con la que había soñado (el pho) a los asombrosos asados que ni en sueños sabía que existían, de tratar de absorber todo sin el suficiente tiempo, a una capital tranquila en la que los planes no abundan pero tampoco faltan las sonrisas de gente amable y la buena comida... No sabía que necesitaba bajar un poco el ritmo hasta que aterricé en Laos después de unos días movidos en la capital de Vietnam.
Caminando en este lado del mundo siento que los ríos nunca escasean y tampoco sus leyendas, pero la del pez que logró vencer la corriente y subir la cascada de una montaña legendaria para poder convertirse en dragón, es una que tuvo un especial impacto en mí... Cómo quisiera decir que ya estoy al nivel de ese dragón que puede surcar los cielos, pero creo que aún me falta terminar ese gran salto de la cascada. Creo que han sido unos años de grandes cambios y de nadar en contra de esa corriente por la que me había dejado arrastrar previamente en la vida, pero aún no siento que termina.
Quizás este viaje ha sido gran parte de ese salto, pero no estoy del otro lado todavía. Siento que voy en esa dirección pues puedo ver mi vida desde un lugar diferente y saborear más cada detalle. Veo los contrastes, los colores y los gestos y me gustaría poder guardarlos todos en algún lugar de mí. Sin embargo, sé que sólo algunos vencerán el correr del tiempo y el desgaste de la memoria.
Nuestras historias personales y compartidas nos hacen seres tan complejos y a la vez con tanto en común. Es así como en este lado del mundo me encuentro con todo tipo de viajeros, muchos con historias similares a la mía y a la vez únicas en su todo. Hablando con algunos concluimos que viajar solo te da mucha libertad, pero a la vez responsabilidades. Hay días en los que quisiera que alguien me ayudara a decidir el siguiente paso y no tener que cargar con todo yo sola. Sin embargo, hay días también en que me encanta simplemente sentarme a tomar un café en un lugar cualquiera con un libro y mi diario sin tener que pensar en nadie más.
Hay días en los que también me siento tentada a seguir al pie de la letra el camino y las experiencias de otros que han estado antes, pero cada día me recuerda que este es mi camino, que de nada vale tratar de hacer lo de otros. Podemos maravillarnos de los otros recorridos, quizás tomar algunos consejos... Pero nuestro propio camino nunca se verá igual. Es algo que debo recordarme a diario, más aún cuando hay tantos caminos parecidos y se ven tan bien desde afuera. Quién sabe cómo se sentirán adentro.
tu sonrisa <3