| Colores: rojo terracota • azul cobalto • amarillo ámbar
| Flora: plumeria • lotos • Gomphrena globosa
| Fauna: gorrión molinero • gaticos con colas cortas • perritos residentes de complejos arqueológicos
| Sabor a: ensalada de mango verde con aderezo Khmer • lok lak con pimienta de Kampot • bananos flambeados con brandy, leche de coco y maracuyá
No sé ni cómo empezar, tal vez lo haré por la frontera. No fue sino cruzarla para empezar a ver todo diferente, las casas de madera elevadas, los colores, las caras de la gente, los niños jugando, los puestos de venta de comida en la carretera, los cultivos de yuca y los campos de arroz que no parecen tener final a la vista. Nos alejamos del borde con Tailandia y llegamos a Siem Reap (Camboya) ya entrada la noche. Motos con remolques modificados para servir de transporte público o romorks nos llevan a nuestros sitios de hospedaje.
No logro que mi cerebro despierte y me siento muy torpe, cómo sí en mi interior todo fuera en cámara lenta y no pudiera ponerme a la velocidad de la realidad. Afortunadamente mi expresión perdida y mis ojos desorientados me delatan y la joven de la recepción decide mostrarme primero la habitación antes de bombardearme con todo tipo de información sobre el que será mi refugio por los próximos días... Bienvenida a Siem Reap, el portal del antiguo imperio Khmer (jemer) y la civilización de Angkor.
Sigo un poco nublada la mañana siguiente, pero me aventuro un poco más en la ciudad, el mercado, los ruidos de la gente, los olores, los libros, el café. Decido que lo mejor será empezar a explorar el complejo arqueológico y me inscribo en un tour para pasar la tarde visitando algunos templos y ver el atardecer desde Angkor. Un romork nos lleva a mí y a otro par de viajeras solitarias por el gran circuito de templos. Las festividades no terminan aún en el país, por lo que hay muchas familias haciendo picnic en los alrededores.
Para muchos de los locales Angkor es el legado que logró sobrevivir los horrores de un pasado que aún duele y la muestra de que la grandeza todavía existe en este pueblo que hoy en día se levanta y se reconstruye desde lo que quedó vivo después de los años del régimen rojo. Por eso en días cómo hoy en los que se recuerdan a los ancestros, las familias camboyanas se reúnen aquí en torno al corazón de su imperio que más que de murallas y ruinas está hecho de la esperanza de este pueblo y de su continua búsqueda de una vida mejor.
La tarde termina en las ruinas de Phnom Bakheng (cuyo significado literal es "montaña pequeña"), junto con decenas de personas que seguramente como yo han pasado la tarde bajo el sol esperando de alguna forma este momento para verlo esconderse viendo el horizonte. Vemos el atardecer y como si hubiera sido convocada por el calor de todos, se desata en cuestión de minutos una tempestad, que nos deja sin un refugio donde escondernos y caminando cuidadosamente cuesta abajo en medio de ríos de tierra y arena rojiza. Nos cuesta encontrar a nuestro conductor y nuestro camino de regreso, pero llegamos de vuelta a salvo y con muchos grados menos de calor en nuestro cuerpo.
Embrujadas por el encanto de Angkor y sin siquiera ponernos de acuerdo, las tres nos encontramos al día siguiente junto con un grupo más grande que se convoca en la madrugada para ver el amanecer desde el circuito arqueológico principal y hacer el recorrido mañanero por sus ruinas. La grandeza y la energía de este lugar no nos decepcionan y la mañana se nos pasa volando de un lugar a otro y bajo el calor del sol que incrementa hacia el medio día. Cómo dirían en mi casa "a sudar hemos venido" y cada gota vale la pena por lo increíble que descubrimos en cada historia aquí guardada y custodiada por las nuevas generaciones.
Y entre templos reconstruidos, miradas de gente con corazones amables e historias tristes, visitas guiadas, días de calor y tantos kilómetros lejos de casa no puedo evitar pensar en lo que me trajo aquí y se me vienen mil cosas a la cabeza. Entre ellas (y no se rían) las películas de acción que veía de pequeña con mi Papá y mi hermano los domingos... Y por qué no decirlo, sí: Lara Croft. Ya sé qué estarán pensando, yo también lo pensé (que cliché jajaja!). Pero no fue hasta llegar aquí que me di cuenta que no es la encarnada por Angelina Jolie, sino las de carne y hueso que tengo la fortuna de tener en mi vida las que en realidad me han motivado a estar hoy aquí. Esas mujeres aventureras y pioneras que han sido mi ejemplo, pero sobretodo mi apoyo a lo largo del camino, mis Abues, mi Mami, mi Madrina, mi tía Caro, mis hermanas de la vida/amigas, mis primas... Gracias a todas y cada una de ustedes por acompañarme en esta aventura de ir tras mi propia reliquia, de esas que pueden alterar el tiempo, el espacio y el destino de mi propia humanidad.
También pienso en las ruinas y en la belleza de su imperfección y al parecer no soy la única. La mayor parte de los visitantes sienten una atracción especial por las ruinas del templo de Ta Prohm (y no es porque allí se filmaron escenas de Tomb Raider). A diferencia de los otros restos arqueológicos, este no ha sido "rescatado" de la selva y la presencia de la naturaleza en su interior es imponente. Siento que la belleza de estas ruinas está en esas semillas que hace cientos de años germinaron en sus grietas y terminaron por cambiar por completo su carácter... Y no puedo evitar soñar con poder verme a través de esos mismos ojos, esos que puedan maravillarse con cada una de nuestras historias, cicatrices y marcas que ha dejado el tiempo a su paso.
Entre pasos y ruinas, decido ver Camboya a través de otros sentidos, así que me aventuro a tomar una clase de cocina local. Para mí sorpresa la lección empieza con una increíble visita al mercado central, el mismo al que temerosa me acerqué el día 1 y ahora podía disfrutar en todo su esplendor. Así que además de preguntar todo lo que se me ocurrió, me disfruté esa clase y ese almuerzo cómo ningún otro, porque qué mejor forma de enamorarse que a través de los sabores (a manos mías nada más ni nada menos jajaja!).
ay Catuu!!! lloré leyéndote y sabiendo lo valiente que eres por estar "encontrándote" en cada rincón. Te quiero amiguita!💖