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Writer's pictureCatalina Ramírez-Portilla

Viendo la lluvia caer sobre el antiguo imperio

Updated: Nov 21, 2024

| Colores: rojo imperial • amarillo ámbar •

| Flora: geranio de la jungla amarillo • kusamaki • hibisco

| Fauna: golondrinas • dragones de piedra • Shana oriental (Copsychus saularis)


Y luego están esas ciudades a la que no planeas venir, pero terminas llegando de una forma u otra. Esas que te atrapan con el primer vistazo y en las que te lanzas a recorrer sus calles, probar sus platos raros y caminar por sus mercados desde la primera noche. Esas en las que la lluvía pasa a ser parte del paisaje y hace que las vistas tengan mucho más caracter, esas en las que la historia se puede respirar en cada muro descolorido, esas que son surcadas por ríos con nombres olorosos (el río Perfume), esas como Huế.


Mi siguiente parada en el recorrido hacia el norte: la ciudad que fue capital de Vietnam hasta que el último emperador abdicó al trono en 1945. Su posición central la puso en medio de la guerra décadas atrás, pero hoy su antigua ciudadela imperial sigue en pie (con las debidas capas de restauración encima). En medio del ajetreo de la ciudad y apesar del gran atractivo turístico que representa, creo que la lluvia me ayudó a espantar unos cientos y pude recorrerla con toda tranquilidad. Me perdí por sus callejones, me encontré en jardines de ensueño y hasta terminé asistiendo a una presentación en el antiguo teatro del emperador. Aún no se ha hecho realidad mi fantasía de probarme una de esas cabezas de dragones de los festivales, pero todavía no se acaba el paseo así que pueda que tenga suerte la próxima. Mientras escuchaba la música tradicional, caí en cuenta que ya pasé la mitad de mi viaje y me dio un poco de nostalgia pensar en los lugares que he dejado atrás, pero también confort pensar en que logré cumplir mi sueño y vivir esta aventura.


La lluvía se hizo más fuerte en la noche y fue cuando confirmé que no era un simple nubarrón pasando, sino más bien un tifón acercándose a la costa central de Vietnam. Tuve que respirar profundo y decirme a mí misma que todo iba a estar bien, pero me costó mucho conciliar el sueño con el ruido del agua afuera transportándome a un recuerdo no muy grato de una de las últimas veces que visité el sudeste asiático. Aquella vez no estaba sola y creo que me confortaba saber eso, pero este ya no era el caso. Es increíble cómo estas situaciones paralelas se nos presentan en momentos de la vida tan diferentes y nos permiten hacernos preguntas incómodas desde lugares que no frecuentamos ni habitamos a menudo.


En fin, escribiendo para calmarme creo que me di cuenta de que este tipo de visitas de mi viejo amigo el miedo siempre me terminan mostrando lo fácil o difícil que es volver a mí (a ese hogar seguro que logro ser cuando no dejo que la ansiedad por el futuro se adueñe de mí). Esta vez creo que me tomó tiempo tiempo, pero el aislamiento por el clima me obligó a sentarme con el miedo y hacerle lugar en la mesa, un lugar donde no pudiera inquietarme más de lo necesario en una situación cómo esta. También me doy cuenta (entre cosas más triviales) que vuelvo a la pizza cuando me siento fuera de mí, hoy por ejemplo sin siquiera notarlo, fue lo que pedí de comer para sentirme cerca de algo conocido en medio de la tormenta de incertidumbre.


Finalmente, la lluvia se calmó y aquí sentada esperando el tren nocturno hacia mi próximo destino le doy las gracias a esta ciudad que algún día fue la gran capital de un imperio por haberme dejado ver la lluvia caer sobre sus tejados y de paso sobre esas heridas que creía ya tener cicatrizadas de guerras pasadas con mi propio miedo.




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